Noriega Laso, Íñigo

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Mapa de situación del concejo

Mapa de situación del concejo de Ribadedeva. Asturias.

Escudo del concejo

Escudo del concejo de Ribadedeva. Asturias.

Descripción

Íñigo Noriega Laso (Colombres, 21 de mayo de 1853 - México, 1923). Emigrante a la capital de México con 14 años y sin recursos, tras emplearse en sencillos y humildes trabajos, se dedica con empeño a los negocios y termina por lograr una excepcional fortuna y adquirir una gran influencia económica, política y social en tierras mexicanas.

La figura de Íñigo Noriega Laso, perfilada a base de anécdotas, leyendas y desmesuras, ha llamado la atención con frecuencia, convirtiéndose en una especie de paradigma del indiano triunfador. Por esta razón suman ya algunas biografías las realizadas en España y México, aunque también es un tema abierto a nuevos datos y a una más amplia posibilidad de publicación.

Se ha destacado siempre lo llamativo de su vertiginoso ascenso hasta las cumbres del poder económico y «status» social, que hizo en pocos años del joven y desafortunado emigrante un poderoso hacendado e industrial. Amigo personal del presidente Porfirio Díaz y dotado de una intuición poco común, gran sentido práctico y de la oportunidad y la dosis necesarias de afición por el riesgo y por los intereses creados, realizó una ingente fortuna en numerosos negocios agrarios, industriales, comerciales y bancarios al amparo de la política económica del Porfiriato.

Algunos periodistas y escritores han preferido verlo como el personaje romántico y literario, conquistador más que indiano, en palabras de García Noriega, constructor de palacios imposibles nunca habitados por sus destinatarios, como dice la tradición sugestiva, aunque parece más que dudosa, de la Quinta Guadalupe, de la que habló como construida y amueblada para Porfirio Díaz en caso de exilio y siempre esperando a su posible ocupante. Para historiadores y sociólogos es el producto de una época de la historia de México, a la que representa y sintetiza, una época en que las grandes fortunas se acuñaron al amparo del favoritismo político. Para algunos historiadores de la economía fue «el hacendado español de mayor prestigio durante la primera década del presente siglo» y según el trabajo de Pilar Pacheco, de la Universidad de Puebla, en sólo dos años de estudio en el Archivo General de Notarías de la ciudad de México, realizado por ella, entre 1897 y 1899 aparece como propietario de más de 300.000 metros cuadrados de terreno, además de sus ranchos y haciendas, destacando la actividad empresarial textil, que le sitúa entre las mayores compañías manufactureras de fines del Porfiriato y que también pudieron florecer gracias a la tutela política del dictador. La pluma periodística de Javier Cuervo relata fielmente la vertiginosa ascensión de tales fortunas: «... Íñigo Noriega realizó grandes obras, espléndidas operaciones de especulación del suelo, participó en la industria textil como dueño absoluto de la cuarta empresa del país y accionista de la primera. Cumplidos los 27 años, inauguró la línea de vapores Casa Noriega y Compañía. Convirtió en oro todo cuanto tocó. Hizo una media de más de cinco operaciones comerciales por mes...».

Íñigo Noriega, nacido en Colombres el 21 de mayo de 1853, era hijo de José Noriega Mendoza y María Laso. Aunque su padre no había salido nunca para América, sí lo habían hecho varios tíos suyos, como Íñigo Noriega Mendoza, al que años después encontramos como alcalde en Colombres. Para entonces Noriega Mendoza tenía ya algunos negocios y se lleva a tres sobrinos.

Partió camino de Cádiz acompañado de sus dos hermanos, Remigio y Benito Noriega Laso, como tantos otros que se veían obligados a realizar un largo viaje previo por tierra o por mar, antes de embarcar en algún puerto con rumbo a Ultramar. Era el año de 1866 y no se trataba de un analfabeto, ya que a sus 14 años de edad y por recomendación del tío, había recibido enseñanza primaria en Cóbreces. Íñigo Noriega Mendoza era entonces propietario de la tienda La Mariscala, donde trabajó Íñigo a su llegada a México, que tuvo lugar el 30 de noviembre de 1868 a la edad de 15 años.

Hasta aquí el proceso repetía una vez más la penosa experiencia del desarraigo a una edad muy temprana y la acogida familiar en un empleo ínfimo a cambio de una pequeña soldada, cama en el mismo mostrador y comida. En los años siguientes cambió repetidamente de trabajo, siempre prosperando. En 1870 había pasado a la tienda de Teodoro García y Hermanos, en la esquina de San Bernardo y Flandes, y ya ganaba 50 pesos, de los que enviaba la mitad a su madre. Sólo un año después, a los 18, logra independizarse con los pequeños ahorros realizados en tres años y comienza un negocio propio adquiriendo la tienda de víveres El Borrego. Ésta es la versión más habitual de los autores españoles; sin embargo, la investigadora mexicana Pilar Pacheco indica que D. Íñigo se estableció con un cantinero del barrio de Jamaica, llamado D. Vicente Castro, casándose más tarde con su hija.

De cualquier forma, en esta «tienda» o cantina se produce la primera y conocida anécdota sobre el carácter de D. Íñigo. Como las autoridades habían limitado la hora del cierre, Noriega hizo quitar las puertas, con el fin de serle imposible su cumplimiento; así, dando largas al asunto, hizo un buen negocio y la vendió con buenos beneficios. Se conserva en el Archivo de Indianos una foto de este año, en que aparece en la tienda El Borrego acompañado de Florencio González y Vicente Ruiz.

De esta suerte, su propia hija doña Cristina relataba en los últimos años de su vida algunas facetas del carácter de Íñigo Noriega, que según su hija no conocía el miedo y solucionaba al estilo del «oeste americano» las situaciones más comprometidas. En un viaje en diligencia se produjo un asalto a la misma, y como viera que el cochero quería parar, le ordenó tajantemente: «tú arrea que yo disparo», logrando así salvar el dinero y el pellejo. También es elocuente de su arrojo el relato realizado por su hija sobre la gran manifestación que salió pidiendo su cabeza, en el momento de la revolución, y Noriega enganchó sus caballos y salió con su coche a unirse al final de la misma, saludando incluso a los conocidos que estaban presenciándola desde lejos.

En 1876 se producía su matrimonio con Guadalupe Castro, mexicana que le daría 11 hijos llamados María, Lupe, Grafila, Íñigo, Lola, Paquita, Pilar, Manuel, Eulalia, Cristina y M.ª Luz. Nuevas anécdotas y leyendas le atribuyen entre 35 y 100 hijos extramatrimoniales, de los que al parecer reconoció a siete más en su lecho de muerte.

A partir de 1881 funda una sociedad en comandita con su hermano Remigio, para explotar los negocios y empresas comunes; la razón social era Remigio Noriega y Hermano, que duró 17 años, de 1882 a 1899.

Pronto las actividades de esta sociedad dan abundantes frutos gracias a la sagacidad de Íñigo y a las concesiones siempre espectaculares que consigue del Gobierno y de los poderes locales, y gracias a las relaciones sociales que va logrando y a la fama de hombre con una visión especial para los negocios por imposibles que éstos parecieran.

La primera fábrica de «hilados y tejidos y pintados de algodón» que abren en la ciudad de México en 1884 prospera durante 10 años hasta convertirse en la Compañía Industrial de Hilados y Tejidos y Pintados San Antonio Abad, con un capital de 3.000.000 de pesos y 2.000 trabajadores.

En 1887 Remigio Noriega y Hermano compra uno de los mejores ingenios de caña de azúcar en el Este de Morelos y una zona minera de plata en el distrito de Huautla, en el Sur; en estas empresas trabajaban 1.600 hombres.

Más tarde y a medida que aumentaba el capital, formalizaron la sociedad anónima Compañía Minera y Beneficiadora de Metales de Tlalchichilpa y Anexas, con capital de 2.000.000 de pesos. Se estimaba que las reservas de mineral de plata eran de 2.500.000 pesos. Es en esta empresa minera donde trabajaba Emiliano Zapata, al que otra leyenda atribuye que solía sostener el estribo de D. Íñigo cuando éste visitaba la mina y donde años después el jefe revolucionario estableció su cuartel general a partir de 1910.

En el mismo periodo de tiempo, en las décadas de 1880 y 1990 y a partir de 1886, comienzan una etapa de adquisición de grandes extensiones de terrenos y propiedades rústicas en la zona Este de la ciudad de México.

La hacienda de Xico surge de una arriesgada y gigantesca operación un tanto visionaria, como fue la desecación de una laguna de unas 10.500 hectáreas de extensión: el lago de Chalco, en cuyo centro había un pequeño islote llamado Xico, que había sido concedido en 1523 al conquistador de México Hernán Cortés por el emperador Carlos V. Esta posesión permaneció en poder de los herederos de Cortés hasta el siglo XIX, en que pertenecía a D. Carlos Resserer y posteriormente a D. Carlos Rivas, a quien compraron los hermanos Noriega.

Noriega tomó entonces la resolución de desecar la laguna para convertirla en terreno agrícola, propuesta que hizo al Gobierno general y al del Estado de México, para solicitar una concesión. El proyecto no obtuvo en principio la aprobación del presidente Díaz, quien por medio de otro influyente asturiano de Ceceda, Juan Llamedo, llamó a Íñigo Noriega para advertirle de su prohibición y amenazarle con aplicarle el artículo 33 de la Constitución mexicana, que equivalía a la extradición.

Poco flexible cuando veía clara la cosa, D. Íñigo Noriega no se asustó por ello, enfrentándose decidido con sus argumentos económicos e incluso con «faroles», ya que contestó a Díaz que no le importaba la extradición pues sería la única manera de que su madre le viera más a menudo. A partir de aquí comenzó la admiración del político hacia el hombre de negocios y comenzó también la inmejorable situación de Noriega en los avatares de la política del Porfiriato. El primer resultado fue que al mismo tiempo les concedieron una serie de franquicias y exenciones de impuestos por un periodo de 70 años.

En julio de 1897 y para afrontar el desecado, la compra y posteriores sistemas de riego, los hermanos Noriega forman una nueva sociedad, Negociación Agrícola de Xico y Anexas S.A., con capital de 3.000.000 de pesos. Sin embargo, el equipamiento de esta ingente explotación agrícola y la serie de obras que fueron necesarias (graneros, casas para los trabajadores, maquinaria, aperos, cuadras, establos, además de su imponente palacio) hicieron ver a Íñigo Noriega la necesidad de pedir un préstamo, que le fue concedido por un banco francés por importe de 5 millones y medio de pesos. Para subvencionarlo, emitió bonos hipotecarios al 5% de interés y con el éxito de los rendimientos de las cuantiosas cosechas obtenidas se calcula que en 1913 ya se habían invertido siete millones de pesos. El número de trabajadores oscilaba entre 2.000 y 3.000 según las épocas del año.

La producción de Xico, básicamente de maíz, se estimaba entre 1.100.000 y 1.300.000 pesos anuales sólo con el 60% de las tierras cultivables, y se esperaba llegar a los dos millones anuales, lo cual se vio interrumpido por el proceso revolucionario mexicano y la expropiación de las propiedades de los Noriega.

A esta compra sigue la de otras importantes haciendas: Asunción, La Covadonga, Zoquiapán, Riofrío, La Sauteña, a las que acompaña una actividad colonizadora que llevó a instaurar nuevas poblaciones como Colombres y Ciudad Reinos.

En todas ellas llevaba a cabo nuevas experiencias dentro de una infatigable actividad, que iba diversificando la producción; así, en Zoquiapán se hacía pulque, bebida procedente las pitas, y era aquí donde tenía su residencia más estable, otro magnífico palacio con capilla, que continuó después de la revolución como leprosería. Se hizo famosa esta residencia por la magnificencia de sus instalaciones, donde sólo el comedor tenía 50 metros de largo y cabían 250 personas, siendo lugar de acogida de grandes personalidades tanto de la política como de las empresas mexicanas, españolas y americanas.

En Riofrío fue donde inició la fabricación de aguarrás a partir de la resina. Para darnos una idea de las dificultades superadas, no sólo tuvo que hacer primero un bosque de pinos, sino llevar resineros de España que conocieran las técnicas y pudieran enseñar a los indígenas.

En 1898, su casa de México estaba en la calle Capuchinas n.º 12 y tenía su despacho en el n.º 16 de la calle de La Cadena. En este momento sus relaciones le permiten estar en la cúspide de la sociedad mexicana. Así, por ejemplo, fue apoderado de D.ª Concepción Gómez de Jacoby con motivo de la separación de bienes al obtener el divorcio de Luis Jacoby, uno de los mayores empresarios del país. Se le ve como garante o fiador de personas importantes, que luego quedarán agradecidas, como la fianza que otorga al director del Monte de Piedad «garantizando la honradez de Juan de Dios Villalobos por más de siete mil pesos».

A mediados de 1898 se disuelve la sociedad de los dos hermanos y ya actuando individualmente adquirió las propiedades de Riofrío e Ingenio de las Tablas, así como otros grandes ranchos; Pilar Pacheco cita los de Chichicapán y San Isidro. Ya el año anterior, en 1887, había obtenido la parte del ferrocarril que pasaba por las haciendas de La Concepción, Buena Vista y Zoquiapán. Así mismo, intensifica la compra de propiedades urbanas y suburbanas cifradas en unos 350.000 metros cuadrados en las cercanías de la ciudad de México.

En el distrito Norte del Estado de Tamaulipas, era de Íñigo Noriega el 59,5% de la compañía La Sauteña; con una extensión de 2.000.000 de acres, estaba situada entre las ciudades de Matamoros y Reynosa. Había sido una propiedad del Gobierno virreinal español perteneciente a los hermanos Antonio y Carlos Conde desde 1774. Será en 1906 cuando se constituye la sociedad llamada La Sauteña, y pasa la propiedad a Noriega, quien realiza un contrato con el Gobierno para establecer colonos, ranchos agrícolas y crianza de ganado; en 1907 ya figura como Compañía Agrícola La Sauteña, con un capital de 10.000.000 de pesos y de la que Íñigo Noriega sería el principal accionista además de gerente. Esta hacienda tenía como concesión la captación de 2.400.000 metros cúbicos de aguas anuales del río Bravo y otros afluentes, que permitían regar 300.000 hectáreas de terreno. Estas asombrosas extensiones fueron pobladas con colonos alemanes y mexicanos y así mismo importó 200 vacas suizas y de España y Francia 250.000 árboles frutales.

En realidad era una verdadera colonización de tierras en que se convertían enormes territorios en explotaciones fértiles y productivas y sus implicaciones económicas iban cada vez ampliándose más y más; así, para hacer las obras de regadío de La Sauteña hicieron otra sociedad, la Compañía Agrícola del Río Bravo, con 10.000 pesos de capital. Los terrenos y las concesiones fueron suspendidas e incautadas en 1913. Era Íñigo Noriega propietario del 58,9% de esta sociedad.

En 1905 inicia las obras para la construcción del ferrocarril que uniese la ciudad de México con la de Puebla, atravesando todas sus propiedades del oriente de la capital. La extensión era de 130 km y suponía un ahorro en kilómetros del 40% sobre las líneas ya establecidas. Las inversiones de Noriega fueron de 2.000.000 de pesos y en 1914 estaba construido un 70% de la obra. Llegó a tener un pequeño ejército particular y ha pasado a los anales mexicanos como uno de los hombres más ricos de la segunda mitad del siglo XIX.

La revolución, su fidelidad a Porfirio Díaz y los cambios políticos que se sucedieron después hicieron que su buena estrella se terminara en 1913. A partir de este momento, desterrado en ocasiones, expropiado de todos sus bienes, pasará a vivir a Nueva York arruinado, para volver insistentemente a México reclamando sus propiedades. Murió allí, en casa de su hermana Lupe, en 1920 y sin duda su biografía quizá sólo pueda ser igualada a las aventuras del Rey de la Patagonia, otro testimonio espectacular de los indianos asturianos.

Es cierto que Noriega vivió y murió en México y no llegó nunca a establecerse en Colombres, por eso quizás son menores las repercusiones aquí que las de allá.

En cuanto a las realizaciones en su pueblo natal, además de la construcción de la Quinta Guadalupe (sede actual de la Fundación Archivo de Indianos - Museo de la Emigración), destacan dos proyectos que no llegaron a ser realidades: la red de saneamiento de Colombres, que pensamos como complementaria a la traída de aguas realizada por Manuel Ybáñez, y una fundación escolar.

Por lo que se refiere al primero, se trata de un proyecto encargado al ingeniero catalán R. A. de Velasco firmado en 1907 y que prevé, al mismo tiempo, un ensanche para la villa, una red en cuadrícula, comparable a las ciudades americanas de nueva fundación y previniendo un crecimiento muy grande de la población, con ocho avenidas en la dirección N.-S. y calles numeradas al estilo de las ciudades americanas en las perpendiculares. Se conserva un plano en el Archivo de Indianos, si bien nunca se puso en práctica.

En el testamento fechado el 23 de octubre de 1920, consta un legado para Colombres en los siguientes términos: «Dejo doscientos mil duros españoles para que con esa cantidad se restablezca el Colegio que fundé en Colombres, mi pueblo natal, y que ha de dedicarse a la instrucción de los jóvenes que quieran emigrar a América, a fin de que con la educación que reciban estén mejor preparados y puedan prosperar en el trabajo que adopten y en su vida social. El Colegio se establecerá al amparo de las leyes españolas y de acuerdo con sus prescripciones enseñará preferentemente los idiomas Francés e Inglés, Aritmética, Geografía, Correspondencia Mercantil, Teneduría de Libros, Taquigrafía y Mecanografía». Además, la nuda propiedad de la herencia de una de sus hijas, a la que nombra solamente usufructuaria, sería también para esta fundación. Había comenzado como una modesta escuela de comercio entre los años 1906 y 1909 con no muchos medios; aun así, su hija Cristina llegó a recibir clase en ella en los años citados y estaba instalada en el local de la biblioteca.

(Fuente: Fundación Archivo de Indianos (Colombres - Ribadedeva)

Concejo de Ribadedeva

Solares medievales, Camino de Santiago, un monasterio que mira al mar, historias de amor indianas y una cueva Patrimonio de la Humanidad, El Pindal… Así es Ribadedeva.

Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Ribadedeva son: Llanes, Peñamellera Alta y Peñamellera Baja. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Ribadedeva, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.

Comarca del Oriente de Asturias

Es la tierra asturiana que primero ve el sol, que tiene las montañas de más altitud de la cordillera cantábrica, los Picos de Europa, Parque Nacional, Reserva de la Biosfera y lugar donde se inició la Reconquista en España, concretamente en Covadonga.

La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Amieva, Cabrales, Cangas de Onís, Caravia, Llanes, Onís, Parres, Peñamellera Alta, Peñamellera Baja, Piloña, Ponga, Ribadedeva y Ribadesella. Los concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.

Conocer Asturias

«La cocina asturiana también es famosa por sus pescados y mariscos frescos. La costa cantábrica de Asturias ofrece una gran variedad de productos del mar, como el bonito, la merluza, la lubina y los mariscos, que se preparan de diversas formas. El pescado a la sidra es una preparación muy popular, en la que el pescado se cocina lentamente en una salsa de sidra con cebolla y especias, creando un plato jugoso y lleno de sabor.»

Resumen

Clasificación: Reseñas históricas

Clase: Política y empresa

Tipo: Empresarios

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Ribadedeva

Parroquia: Colombres

Entidad: Colombres

Zona: Oriente de Asturias

Situación: Costa de Asturias

Comarca: Comarca del Oriente de Asturias

Dirección: Colombres

Código postal: 33590

Web del municipio: Ribadedeva

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Ribadedeva

Dirección

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